martes, 17 de mayo de 2011

A Todo Gas: Tokyo Race

Convertida en un género en sí misma, la serie A todo gas, delirante pero muy efectiva recreación del universo del tuneo y las carreras de coches ilegales por circuitos urbanos, ha constituido un universo propio, cuya única finalidad artística pasa por la exposición masiva de los autos más potentes, los trucos más arriesgados y las maniobras más imposibles bajo una excusa fílmica como cualquier otra. Así pues, y como toda saga de obras clónicas unidas bajo el mismo patrón, esta tercera entrega tiene como principal novedad su traslado a la capital nipona, con toda la espectacularidad visual que implica el cambio de ciudad. Como sus predecesores, es un film sin ningún brote de inspiración: el guión brilla por su ausencia, la filmación parece un clip de la NASCAR y el reparto deja totalmente indiferente. Pero esa no es la lectura que quizás exige o demanda el público al que va destinado este producto: quieren más de lo mismo. Como el porno, pero con coches tuneados. Para adictos al tuning y aprendices del Neng.Lo mejor: que no traiciona su propia idiosincrasia. Lo peor: el argumento, totalmente de risa.

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